El Gobierno se ha empecinado en generar discusiones inconducentes para lograr una mayor recaudación fiscal a costa del crecimiento y del esfuerzo de las personas, calificando a unos como “buenos” (los que apoyan sus cambios) y a otros como “malos” (los que cuestionan o no los apoyan), esto a propósito de la discusión de la Reforma Tributaria. La lógica de aumentar el gasto fiscal en vez de focalizar los esfuerzos en mejorar el desempeño de los programas de Gobierno y de ejecutar adecuadamente los recursos que recauda, es un cambio de paradigma que se tiene que discutir sin miedos ni tapujos de ningún tipo, pues el aumento de los tributos afecta el desempeño de la economía, de las empresas y de las personas. Los “cambios” hay que pagarlos y hay que hacerse cargo que el dinero al final sale del presupuesto de las familias.
Finalmente la pregunta que todos debemos hacer al Gobierno es evidente: recaudar más impuestos ¿para qué? Si dentro de los propios programas de Gobierno se pueden realizar ajustes, es posible mejorar la ejecución de programas que van en pos del crecimiento económico y de la generación de riqueza, impulsar una correcta ejecución del presupuesto y de los dineros públicos, antes que avanzar en una mayor carga tributaria, es una definición que se debe tomar de forma urgente.