Día a día nos enfrentamos a una tendencia totalizadora para sacar a cada persona de su esencia y llevarla a encasillamientos como: “es mamá”, “es hombre”, “es trans”, “ella trabaja”, “no tiene hijos” entre otras y, con ello, instalar una relación de tensión constante respecto de quienes están en cada una de las otras casillas.
Este enfrentamiento permanente al que nos están llevando, olvida (y nos hace olvidar) lo más importante: el respeto y la dignidad de la persona y de cada uno de nosotros, por el solo hecho de existir.
El Programa de Gobierno del Presidente Gabriel Boric trabaja incesantemente para crear un conflicto respecto a esta temática que ha cobrada especial relevancia en defender los derechos de las mujeres por sobre las familias, olvidando las verdaderas urgencias sociales de miles de mujeres que, día a día, estudian, trabajan, crían, sacan adelante a sus familias.
Esto nos está llevando a una cultura basada en diferencias y no en lo que nos une, profundizando y contraponiendo brechas; haciéndonos cuestionar y criticar todo lo que no es verdad, o “mi” verdad, como si esta fuera subjetiva, y marcando como enemigo, o como atacante, a todo quien no piensa o no vive como se manda.