Las presidenciales francesas han oficiado de corrector de aquellas tendencias electorales ligadas al descontento ciudadano catalizado por la candidata Marine Le Pen. No obstante, a pesar de haber ampliado su suelo electoral de una forma muy apreciable, no le fue suficiente para ganar la elección.
Macron puede conservar la presidencia, pero Le Pen ganó: el malestar social prenombrado ha dado poderosas señales en Francia y, aunque no haya sido suficiente para Le Pen, anticipa una interesante proyección de cara a las legislativas del 12 de junio. La líder de Agrupación Nacional al igual que el candidato izquierdista Jean-Luc Mélenchon, aspira al puesto de primera ministra. De obtener una mayoría en la Asamblea para optar al puesto pretendido lograría forzar la «cohabitación» con Macron.
El desafío oficialista será mantener hasta entonces la fidelidad de los electores que le han confiado su voto en estos comicios. Todo ello, además, descontando el voto indirecto o referido que ha obtenido de parte de otras alternativas de la primera vuelta.