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MINUTASEl legado de Sebastián Piñera

Marzo 14, 20220
Llegó el 11 de marzo de 2022 y Sebastián Piñera dice adiós a su segundo mandato entregándole el país a la extrema izquierda tal como lo hizo en el primero. Deja La Moneda y entrega un país peor de como lo recibió: con más delincuencia, con más terrorismo, con más deuda y con peores instituciones. En esta Minuta Republicana hablaremos sobre el legado de Sebastián Piñera y la necesidad de renovar el sector político que el expresidente dejó en ruinas.

 

¿El peor Gobierno de la historia de Chile?

En los últimos días del mandato de Sebastián Piñera, la entonces diputada y ahora ministra Camila Vallejo señaló que el Gobierno de Sebastián Piñera ha sido el peor de la historia. ¿Es esto efectivo? La verdad es que existen casos todavía peores (como el Gobierno de Salvador Allende). Sin embargo, esto no obsta para calificar al segundo Gobierno de Sebastián Piñera como malo, como bien lo resume Cristián Valenzuela:

Después de triunfar con un 55% de los votos en segunda vuelta, el Presidente Piñera prometió que llegarían los tiempos mejores y que la gran misión de su gobierno sería dejar como legado un Chile más justo, próspero y solidario. Luego de 1.459 días, el resultado es todo lo contrario: Chile es hoy más injusto, decadente y egoísta. El prometido crecimiento económico nunca llegó, porque hoy Chile está más pobre, inestable y endeudado que en 2018; las seguridades frente a la migración irregular, la delincuencia y el terrorismo se desvanecieron rápidamente, de la mano de un gobierno incompetente e incoherente que termina, literalmente, con estados de emergencia en territorios sin Estado de Derecho vigente. En materia institucional, las instituciones están en el suelo, sin legitimidad ni confianzas, y nuestra Carta Fundamental ha sido desechada, reemplazada por un adefesio jurídico que está siendo elaborado por una Convención radical de izquierda.

Cristián Valenzuela, El peor gobierno de la historia

El Programa de Gobierno como vara de medir el legado de Sebastián Piñera

Existen muchas formas de medir el desempeño de un político, pero ninguno se iguala con su Programa de Gobierno. Después de todo, los políticos hacen promesas, construyen proyectos. A través de esto obtienen apoyos y, de paso, construyen estándares para ser evaluados en el futuro. Obviamente, el Sebastián Piñera de 2022 no va a asumir su fracaso, y buscará mil maneras de justificar su pobre gestión. Pero de seguro si al Sebastián Piñera de 2017 le hubieran preguntado “¿qué pasa si no cumple su programa?”, el no habría tenido problema en contestar: “sería un completo fracaso”. Veamos algunas de las promesas que nos iban a traer Tiempos Mejores:

1° Un proyecto político de ocho años que solo duró cuatro.

A mediados de 2017 la prensa ya adelantaba el triunfo de Sebastián Piñera. Ya en julio de ese año (es decir, meses antes de la Elección Presidencial) en El Mostrador ya se especulaba acerca del segundo Gobierno de Piñera y una de las definiciones que ya se tenían en esa época era que el nuevo proyecto político de Sebastián Piñera tendía que durar ocho años, asumiendo que Piñera tenía que entregarle la banda presidencial a uno de los suyos:

Gobierno de ocho años

Al respecto, quienes trabajan de cerca con el ex Presidente aseguran que el abanderado no le ha ofrecido un cargo a nadie. Sin embargo, reconocen que Piñera mantiene una base de datos, que maneja en estricta reserva. En ella, comentan, ha ido registrando nombres de quiénes podrían ser posibles funcionarios gubernamentales.

Quiénes serán los que asuman esas tareas, no es un tema menor. El propio candidato; su jefe programático, Gonzalo Blumel; y todos los dirigentes de Chile Vamos, han recalcado que el eventual Gobierno de Sebastián Piñera y su programa están pensados a ocho años. “No se gana una elección para perderla después”, repiten en el bloque.

El Mostrador, 7 de julio de 2017

En la misma publicación que citamos, la entonces diputada y ahora senadora Paulina Núñez señalaba lo siguiente: «el ex Presidente Piñera entendió que no puede ir al Gobierno por cuatro años y, en el hecho de hablar de un programa a ocho años, indica la seguridad de dejar su mejor legado, que es que la coalición se reelija». En definitiva, todos en Chile Vamos coincidían en esa época de que el mejor legado que podría dejar Piñera es la reelección y no lo hizo. Por ende, fracasó.

Y es que no solo lo decían en público, sino que también lo señalaron en su Programa de Gobierno. Señalaban en este: «Nuestro programa ha sido concebido para un horizonte de ocho años, porque creemos que el momento actual requiere levantar la mirada yendo más allá de lo contingente» (p. 29). Curiosamente, en el Programa de Gobierno se cita en ocho ocasiones el horizonte temporal de ocho años.

Ahora bien, si se consideraba que la continuidad en el mando constituía un buen legado, entregarle la banda presidencial a alguien del signo opuesto es un mal legado, pero es parte del legado, al fin y al cabo. Por esta razón, no es aventurado decir que una de las herencias que el mandato de Piñera le dejará al país es el Gobierno de Gabriel Boric como bien advierte el profesor Gonzalo Ibáñez Santamaría:

La prueba más irrefutable del fracaso de Piñera la constituye, sin duda, la virtual desaparición de la fuerza política que lo apoyaba -RN, UDI, Evópoli- y el hecho de entregarle la banda presidencial a alguien como Boric, aliado con los comunistas y gran promotor de la violencia política en Chile. En definitiva, deja a Chile en las peores manos. Si eso no es un fracaso, parece difícil que algo, entonces, pueda serlo.

Gonzalo Ibáñez Santamaría, Piñera, un balance de fracaso

2° De “La Constitución no es un juego” a un “gran acuerdo constitucional”

Las Elecciones Presidenciales de 2017 no solo significaron la vuelta al poder del Sebastián Piñera, también significó un claro rechazo al Gobierno de la presidenta Bachelet y una clara señal de que los problemas de Chile no eran de naturaleza constitucional, dado que, esta fue la principal línea divisoria entre Sebastián Piñera y Alejandro Guillier. Esto se leía en el Programa de Gobierno de Piñera al respecto:

En el caso particular de la Constitución, creemos que esta juega un papel insustituible en la convivencia y progreso armónico de los países. El texto constitucional es, al mismo tiempo, norma suprema, pacto social, acervo intergeneracional, carta fundamental que, por lo mismo, tiene múltiples implicancias en el ordenamiento jurídico, político y social. Es por eso que el camino para seguir la senda de perfeccionamiento de nuestro texto constitucional no es el de la ruptura, sino el de la reforma progresiva que reconoce las bases fundamentales de un texto perfectible sobre el cual se ha construido un camino que ha generado desarrollo social para nuestro país. Esta visión contrasta con la que ha elegido el actual Gobierno, cuyo planteamiento constitucional ha sido poco respetuoso de la institucionalidad, errático y carente de consensos. 

Creemos que la Constitución puede y debe perfeccionarse; también creemos que los cambios en democracia se hacen respetando las reglas del juego y las instituciones que le han dado estabilidad y progreso a Chile. Por eso las propuestas que se hacen en esta materia son leales a la historia republicana de Chile y renuncian a escribir en una hoja en blanco. Hemos aprendido de estas últimas décadas que, por la vía de la deliberación y el diálogo, nuestro texto constitucional puede evolucionar, tal como ocurrió con las reformas impulsadas durante el mandato del Presidente Ricardo Lagos.

Programa de Gobierno 2018-2022: Construyamos Tiempos Mejores para Chile, p. 127

El problema de Chile no era de naturaleza constitucional y esto lo decía el piñerismo en pleno. El constitucionalista estrella de Sebastián Piñera y luego activo defensor del “Apruebo”, Sebastián Soto, decía en 2017 que: «La historia y el sentido común muestran que los problemas de pan, techo y abrigo se solucionan por medio de políticas públicas acertadas. La Constitución poco aporta en todo eso. Pero el que lo hayan dicho coordinadamente muestra que ese será el discurso oficial». El mismo ministro del Interior de Piñera II, Andrés Chadwick dijo el 15 de marzo de 2018, es decir, cuatro días después de asumir que no avanzaría en el proyecto presentado a última hora por la presidenta Bachelet, dejando para la posteridad su frase: «Una Constitución no es un juego, no es un proyecto más».

¡Y tenían razón! ¡La Constitución no era el problema! ¡No era la prioridad de la ciudadanía! ¡Lo decían todas las encuestas! ¡La misma elección dio muestra de aquello! Ya lo decíamos en una Minuta Republicana previa al acuerdo del 15 de noviembre: «la izquierda ideológica ha querido culpar a la Constitución Política de su incapacidad de permitir un mayor bienestar a la sociedad chilena. El cambio constitucional aparece como la excusa perfecta para justificar sus incapacidades anteriores y prometer un futuro distinto. Lo cierto es que cada vez que se le pregunta a un miembro de la izquierda ideológica “¿qué cambiarías de la Constitución?” pocas veces plantean un cambio concreto en la carta fundamental, lo que confirma la sospecha de que un cambio constitucional se trataría más de un eslogan que de una medida concreta».

Sin embargo, Piñera cedió a las presiones y, con esto, traicionó su propio proyecto político. Para colmo, lo hizo con total cinismo. Cuando promulgó el Acuerdo Constitucional se apropió de una bandera que meses atrás no defendía: «Esta Reforma abre las puertas y define un camino para lograr un gran Acuerdo Constitucional que nos dé ese marco institucional sólido, compartido, legítimo para poder enfrentar como país los formidables desafíos del presente y las magníficas oportunidades del futuro que este siglo XXI ya está poniendo en nuestro camino». Añadía también que: «Por primera vez, tenemos la oportunidad de lograr con total libertad y en plena democracia un gran acuerdo constitucional, con amplia y efectiva participación ciudadana». 

Todos sabemos que esta apropiación es vergonzosa y no concuerda con la realidad como bien lo señaló el historiador Alfredo Jocelyn-Holt a ExAnte:

-El Presidente acaba de decir que “quien propuso una nueva constitución fuimos nosotros”. ¿Usted le cree a Sebastián Piñera o es una evidencia de su personalidad?

-Piñera nunca mostró interés por reformar la Constitución y menos promover otra enteramente nueva. Tiempo atrás, le escuché a un amigo sostener que podría haber sido un golpe magistral si a mediados de noviembre 2019 se hubiese desempolvado el proyecto constitucional que dejó Bachelet en sus últimos días de gobierno como solución, pero no se hizo semejante oferta. Piñera simplemente sacrificó la Constitución de 1980 para salvar su propio pellejo. Es típica desfachatez suya andar dando a entender que tuvo la iniciativa cuando lo más probable es que fue una combinación de desesperación y quizá cinismo que lo llevó a ello. Actitudes como éstas, dándose ínfulas de ser más vivo que el resto del mundo, lo han hecho ganarse el menosprecio de personas del espectro político chileno completo, incluyendo gente de derecha.

-Piñera se adjudica la idea de una nueva constitución, pero buena parte del oficialismo estuvo en contra del plebiscito. Incluso, la oposición culpó al gobierno de los problemas para el inicio de la Convención.  ¿No hay una contradicción de La Moneda en este tema? ¿Dice una cosa y hace otra?

-Se podría sostener que el gobierno ha sido, por sobre todo, inepto más que esquizofrénico. No negoció nada a cambio de la entrega en bandeja de la Constitución. Es mas, aunque haya salvado su pellejo, Piñera no se ha librado de no ser tenido en cuenta. A congresistas de derecha favorables a los retiros del 10% les ha dado lo mismo el gobierno. Si resulta ser cierto que los militares le han puesto condiciones a Piñera, se trataría de una demostración adicional de que pesa poco. Por su parte, en la derecha, en la ex Concertación y en la ex Nueva Mayoría, efectivamente ha habido esquizofrenia en muchos. Desde luego quienes, votando Apruebo, han renegado de veinticinco años de consensualismo transicional, a partir de 1989 a 2014, es decir, hasta los dos primeros gobiernos de Bachelet y Piñera.   

Alfredo Jocelyn-Holt, “Piñera sacrificó la Constitución del 80′ para salvar su propio pellejo”

3° Seguridad y terrorismo: grandes retrocesos 

Decía el programa de Sebastián Piñera: «Uno de los aspectos más importantes para las familias es la seguridad en sus hogares y espacios públicos. La delincuencia y el narcotráfico son la principal amenaza para el bienestar de las familias chilenas. No descansaremos en la lucha contra la delincuencia en todas sus formas, apoyando a las víctimas de delitos violentos y enfatizando el combate al narcotráfico y las bandas criminales».

El balance en materia de seguridad es negativo y hay muchas formas de evidenciarlo: el auge de las bandas de narcotráfico; la instalación de carteles de droga internacionales en Chile, la nula reacción ante la insurrección octubrista. Ni qué decir del terrorismo en la Macrozona Sur, uno de los caballos de batalla de la campaña de Sebastián Piñera: Los homicidios y los delitos violentos aumentaron en un 22,4% en el periodo 2018-2021

Se va Piñera, ¿se queda el piñerismo?

Lo visto en la sección precedente es solo una muestra de las tantas formas de evaluar el lamentable Gobierno de Sebastián Piñera. Son tantas las deficiencias políticas que no pueden ser compensadas por el reconocible acierto en la compra de vacunas (mérito también compartido por las buenas relaciones entre la Pontificia Universidad Católica de Chile y la República Popular de China).

Lo más probable es que Sebastián Piñera deje la política, pero no sabemos si con él se va el piñerismo de la derecha. Ya lo decíamos en una Minuta Republicana anterior con respecto a la aprobación del primer retiro: «La derrota política que hoy estamos experimentando no se debe a un percance puntual. La crisis de la “centro-derecha” oficialista que hoy muchos lamentamos no ha sido causada por 13 diputados demagogos. Se debe a una constante claudicación de los principales líderes de Chile Vamos de los principios de la libertad individual y el orden institucional que orientan a la derecha. No fue el 10%, fueron 10 años de una “centroderecha” incapaz de entregar un proyecto político al país a causa de una dramática falta de carácter». No sacamos nada con que Piñera se vaya, también se tiene que ir la actitud encarnada por Piñera.

Si algo ha fracasado en este trance fue el modo acomodaticio de hacer política que caracterizó a los tres partidos de “centro-derecha” que forman Chile Vamos. Los principios que hacen grandes a los países y libres a sus ciudadanos están más vigentes que nunca, máxime en estos tiempos de crisis donde a la vigencia anteriormente señalada se le suma una manifiesta necesidad. Hoy más que nunca necesitamos un proyecto de derecha serio y, por sobre todo, valiente. Respetuoso de su pasado, con vocación de mayoría y con una clara impronta transformadora. Por el bien de la democracia y la libertad, Chile necesita de un proyecto político alternativo al de la izquierda ideológica que sea capaz de convencer e ilusionar. Nuestro compromiso es con nuestra patria y nuestros compatriotas, ya no podemos limitarnos a hacer lo que la izquierda nos quiera permitir. 

Esta alternativa de derecha debe ser muy distinta a Chile Vamos y su principal diferencia no está en el plano ideológico, está en el plano ético: urgen líderes de derecha coherentes y valientes. Ante esto, debemos reconocer que la deuda de la derecha con Chile no está en sus intelectuales e instituciones de pensamiento, porque hay muchos y de gran nivel, la deuda de la derecha con Chile es principalmente de actitud.

Acción Republicana, Chile necesita un proyecto de derecha

¿Cómo superar el piñerismo?

El piñerismo no terminará por sí solo, terminará gracias a políticos que puedan presentar una alternativa de derecha. Para hacer esto, los republicanos debemos ser valientes y respetuosos con nuestros aliados y electores.

1° Debemos ser valientes. Si la hegemonía cultural de la izquierda es manifiesta y buena parte de sus seguidores están dispuestos a utilizar todos los medios disponibles en contra nuestra ¿Cómo se nos puede ocurrir que esta batalla cultural la podemos ganar siendo timoratos? A ningún lado llegaremos si seguimos secuestrados por la lógica de la izquierda. Necesitamos políticos audaces y sin temor al qué dirán.

2° Debemos respetar a nuestro electorado y a nuestros aliados. ¿Cómo se puede aspirar a una mayoría si maltratamos a nuestros simpatizantes más leales? El piñerismo en particular y Chile Vamos en general pensaron que la mejor forma de lograr mayorías era ir en búsqueda del voto “de centro”, mientras que se amarraba al votante “de derecha” con el discurso del miedo y el voto útil —“nosotros o el caos”—. Esta clase de voto cautivo es una estrategia tan miserable como poco efectiva en el largo plazo, como bien señala el pensador Amando de Miguel:

Vamos a cuentas. La petición del “voto útil” la repiten tanto los edecanes de Casado que por fuerza habrá que suponer que se halla muy pensada. La juzgo profundamente inmoral porque el voto debe ser siempre auténtico y personal, con convicción. En algún caso particular cabe justificar que el votante, en uso de su libertad, se incline por la lista “menos mala”, pero es una conducta que no debe aconsejar ningún partido. Resulta petulante el argumento de un líder político de que son “votos perdidos” los que no sirven para conseguir un diputado en la provincia correspondiente. En el fondo late la sospecha de que su partido va a obtener menos sufragios de los esperados o los merecidos.

Amando de Miguel, La inmoralidad del voto útil

Debemos rechazar esa tentación del voto cautivo, porque no somos dueños de los votos de los chilenos. Debemos respetar a nuestras bases porque no basamos nuestros liderazgos en personalismos, nuestro vínculo con ellos es todavía más profundo: estamos juntos en virtud de las ideas y eso también terminará convenciendo a otros que, si bien, no compartirán nuestro ideario en su totalidad, siempre sabrán que pueden confiar en una alternativa seria que no los abandonará. Nuestro éxito político no puede basarse en el engaño como lo hizo Chile Vamos. Debemos ser capaces de brindar un discurso atractivo, pero por sobre todo coherente. Para que todos los chilenos no se vean en la necesidad de sacrificar la lógica de sus planteamientos por apoyar a un líder, cosa muy común a la hora de apoyar al presidente Piñera.

Formación Republicana
Todo republicano tiene el deber de formarse al mayor nivel posible. Si le dedicaras 1 hora de estudio al día a este tema (leyendo una página cada 5 minutos) en 7 días podrías tener una muy buena formación en torno a este tema. Te recomendamos la lectura de los siguientes escritos:
Día 1 Acción Republicana, Triste aniversario: a dos años del 18 de octubre de 2019
Día 2
Día 3 Pablo Paniagua, Piñera: un legado en ruinas
Día 4 Acción Republicana, Chile necesita un proyecto de derecha
Día 5
Día 6 Cristián Valenzuela, El peor gobierno de la historia
Día 7 Gonzalo Ibáñez Santamaría, Piñera, un balance de fracaso

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